A recomponer las relaciones con el gobierno central

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Los acontecimientos de las últimas semanas, desde los resultados del plebiscito para acá, obligan a repensar el estado de las relaciones entre la provincia y el centro; en especial, desde la visita del vicepresidente Vargas Lleras, quien termino, literalmente ‘vaciando’ al alcalde Pablo Cepeda, que además es de su partido, Cambio Radical. Vargas Lleras le endosó a la actual administración y a la ciudad toda la responsabilidad de los planes de vivienda inconclusos: La Estancia el Roble y Torres del Parque, negando cualquier obligación de la nación sobre el problema y menos del ministerio que él controla que es el de Vivienda, Ciudad y Territorio, que también tiene que ver con agua potable y saneamiento básico. Ni el Vicepresidente ni el Ministerio pueden eludir responsabilidades en estos casos ya que el uno y el otro han sido protagonistas y por tanto, responsables de los errores cometidos.

El otro asunto es el de las relaciones entre el departamento y el gobierno del presidente Santos; aquí hay algunos matices a la hora de desmenuzar el problema. Resulta que como han ido las cosas, el clima político no ha sido el mejor para el santismo en el departamento de Boyacá, donde todas las elecciones, desde 2010, las había perdido Santos; así que en términos de afectos por los respaldos obtenidos, no podría ser la constante a tener en cuenta. Todo lo contrario, vistos los guarismos, resulta comprensible que el departamento pasara a ser considerado algo así como uno de los parias entre las unidades territoriales frente al gobierno central; así que el cálculo frío en la comparación de los resultados vs. las ayudas futuras, quedó evidentemente diezmado.

Sin embargo, lo que sucedió el pasado dos de octubre, resultó algo inesperado, lo cual debe ser aprovechado para recomponer las cargas en la relación con el centro. Todos daban por hecho que en el plebiscito ganaría el no en Boyacá, y el sí, por amplia mayoría, en el resto del país. Oh sorpresa, resultó al contrario: ganó el no en Colombia y en Boyacá, así hubiese sido por 800 votos, ganó el sí, lo cual cambia por completo la ecuación. De modo que queda despejado el camino para recomponer las relaciones entre los gobiernos, locales y regional y las instancias nacionales, empezando por la de la Casa de Nariño.

Y si partimos de que las relaciones entre el gobernador Amaya y el Palacio de Nariño han sido marcadas por la cercanía y la cordialidad, entonces las cosas pueden resultar más fáciles, de modo que el Departamento recupere estas relaciones para recuperar el camino perdido y tengamos la esperanza de resarcimiento en los preparativos y la asignación de recursos suficientes y oportunos para la celebración del Bicentenario, el acontecimiento más importante con la cual cerraremos esta década y terminará el actual gobierno regional. Los retos del departamento son muchos, partiendo de la imperiosa necesidad de saldar la deuda social que es sacar de la pobreza a cientos de miles de boyacenses, dando las oportunidades para cerrar la inmensa brecha de la desigualdad, pasando por relanzar la economía regional y completar la terminación de la malla vial principal, con la Doble Calzada, la Transversal de Boyacá, la Central del Norte, la Carretera del Cusiana, la Ruta de la Libertad y la conclusión de las obras del Contrato Plan que vienen desde el gobierno pasado.

En cuanto a las relaciones entre el alcalde Cepeda y el Vicepresidente, también hay más puntos de apoyo a favor que en contra; Cepeda es el alcalde de Cambio Radical, por lo que es muy importante que actúen figuras como la de Juan Carlos Granados, flamante Contralor de Bogotá y jefe máximo de esa colectividad en Boyacá, lo que significa la cercanía con el vicepresidente y por tanto un punto fundamental de apoyo para enderezar las cosas y permitir que entre la nación y el municipio, mediante una acción pronta y definitiva se diseñe un nuevo programa de manejo de la construcción de las unidades de vivienda que todavía faltan en los proyectos mencionados y, más bien, se avance en el aseguramiento de las demás iniciativas que hoy quiere sacar adelante la Administración Cepeda.

Así que en este caso es menester una acción diplomática de acercamiento muy bien diseñada para que en ambos casos el resultado sea lo mejor que se pueda, en medio de las actuales penurias fiscales que limitan los presupuestos para las regiones tal como ya se vio para el presupuesto de 2017 cuando el departamento sufrirá recortes de los recursos de transferencias en más de 300 mil millones de pesos; y, con seguridad, se harán más difíciles los recursos de cofinanciación de la Nación para los proyectos de la Administración Cepeda, los cuales ha prometido que obtendrá a partir del empréstito que ya puede adquirir. Recomponer las cargas es indispensable, por eso esperamos los boyacenses que la clase política y dirigente actual tenga el tino y la capacidad para lograrlo; lo contrario, será seguir en las mismas y en el Bicentenario quedarnos viendo un chispero. 

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